Caminaba despacio, aprovechando una suave brisa que nos proporcionaba una tregua estos días de verano; y entonces lo oí, a lo lejos, no más que un murmullo, era el sonido del agua.
Lo seguí hasta el número 63 de la calle Real, en el Barrio de la Villa de Priego de Córdoba, donde al llegar se abrió una puerta que me condujo a sumergirme en un baño de aromas y un mundo de sueños e historias sin final.
¿Estás preparado para vivir la experiencia?
Foto: P.Hermosilla
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